En la historia de la educación física en México se ha trabajado con los niños y jóvenes siguiendo diferentes enfoques, cada uno representativo de una determinada tendencia curricular.
A partir del año de 1940 predominó el enfoque militar caracterizado por la rigidez del trabajo docente; los alumnos debían acatar y cumplir órdenes bajo un estricto control; su máxima expresión eran las marchas y evoluciones con un evidente grado de sincronización de los movimientos.
En 1960, prevalece el enfoque deportivo. Su finalidad principal era la competencia, por lo que el proceso enseñanza-aprendizaje se centraba en fundamentos deportivos y complementariamente en actividades recreativas, situación que promovió la selección de talentos deportivos.
Para 1974 el enfoque curricular es psicomotriz; en él los alumnos debían cubrir como mínimo ocho unidades de aprendizaje definidas por objetivos, la preocupación de los maestros se centraba en aplicar métodos de educación psicomotriz que contribuían al desarrollo físico e intelectual de los alumnos.
Para 1988 el enfoque curricular cambia al modelo orgánico funcional donde prevalece el trabajo estructurado por objetivos en ocho unidades; se da mayor importancia al desarrollo de las habilidades motrices, relacionando los contenidos con el funcionamiento de órganos, aparatos y sistemas del cuerpo humano, de tal manera que para el alumno era necesario relacionar los conocimientos adquiridos con el funcionamiento de su cuerpo.
El planteamiento actual surge en 1993 con el enfoque motriz de integración dinámica en el cual el movimiento corporal de los alumnos es básico para que éstos adquieran aprendizajes significativos, aprovechando al máximo los beneficios que la actividad física tiene para el desarrollo de las habilidades, destrezas hábitos y actitudes relacionados con el movimiento corporal.
A partir del año de 1940 predominó el enfoque militar caracterizado por la rigidez del trabajo docente; los alumnos debían acatar y cumplir órdenes bajo un estricto control; su máxima expresión eran las marchas y evoluciones con un evidente grado de sincronización de los movimientos.
En 1960, prevalece el enfoque deportivo. Su finalidad principal era la competencia, por lo que el proceso enseñanza-aprendizaje se centraba en fundamentos deportivos y complementariamente en actividades recreativas, situación que promovió la selección de talentos deportivos.
Para 1974 el enfoque curricular es psicomotriz; en él los alumnos debían cubrir como mínimo ocho unidades de aprendizaje definidas por objetivos, la preocupación de los maestros se centraba en aplicar métodos de educación psicomotriz que contribuían al desarrollo físico e intelectual de los alumnos.
Para 1988 el enfoque curricular cambia al modelo orgánico funcional donde prevalece el trabajo estructurado por objetivos en ocho unidades; se da mayor importancia al desarrollo de las habilidades motrices, relacionando los contenidos con el funcionamiento de órganos, aparatos y sistemas del cuerpo humano, de tal manera que para el alumno era necesario relacionar los conocimientos adquiridos con el funcionamiento de su cuerpo.
El planteamiento actual surge en 1993 con el enfoque motriz de integración dinámica en el cual el movimiento corporal de los alumnos es básico para que éstos adquieran aprendizajes significativos, aprovechando al máximo los beneficios que la actividad física tiene para el desarrollo de las habilidades, destrezas hábitos y actitudes relacionados con el movimiento corporal.
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